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El poder de una caricia

Todo ser humano necesita sentirse amado, valorado y apreciado por su pareja, y qué mejor forma de hacerlo que a través de las caricias, las cuales despiertan esa chispa emocional que le da vida a una relación sentimental.

Un beso, un roce, un masaje, una palabra y hasta una mirada son muestras de afecto, de esa comunicación no verbal que forma parte del componente erótico en la respuesta sexual del cuerpo humano.

La piel es el órgano más sensible del cuerpo, por lo cual una caricia es la mejor forma de encender la chispa del encuentro íntimo. Dependiendo de la carga emocional que esta lleve, así se reflejará el sentimiento y el deseo. Muchas parejas no necesitan tantas caricias como preámbulo amoroso, pero sí estímulos psicológicos, como palabras bonitas, sensuales y románticas.

Tipos de caricias

Sustentadoras: son aquellas que nos hacen sentir queridos y aceptados. Las recibimos desde la infancia, como un beso o abrazo, por parte de algún ser querido. Todos necesitamos de ellas y son fundamentales para el crecimiento emocional. De acuerdo a cómo se reciban en la niñez, así se transmiten en la edad adulta.

Sensuales: estimulan todos los sentidos porque se muestran en un plano más elevado para facilitar el paso al terreno sexual. Un beso en los labios, el roce intenso de manos y los abrazos son algunos ejemplos.

Sexuales: su enfoque es directo, buscan despertar el instinto sexual para luego dar paso a la intimidad. Estas caricias suelen brindarse por todo el cuerpo: cuello, orejas, piernas, muslos y genitales, entre otros. Para disfrutarlas, se necesita echar fuera prejuicios, tener mucha concentración y relajación.

Psicológicas y verbales: estas resultan ser, en ocasiones, más excitantes que las físicas. Por ejemplo, una frase bonita, un piropo, una insinuación o una palabra romántica.

Cuestión de gustos

Tanto hombres como mujeres tienen una visión distinta sobre una caricia. No todos “se prenden” de la misma forma.

Ellas se caracterizan por ser emotivas, emocionales, sensibles y sentimentales. Para ellas, las caricias encierran muchas cosas: las hace sentirse valoradas, eróticas y especiales son la fuerza que las mueve.

Prueba acariciarlas en el cuello, alrededor del ombligo, los senos, en su zona íntima y los lóbulos de las orejas.

Ellos se caracterizan por ser más rústicos y poco sentimentales, no en todos los casos, pero sí en su mayoría. Cuando es así, las caricias sensuales y sexuales hacen la diferencia, siendo sus genitales las zonas más erógenas de su cuerpo.

Con delicadeza

Muchas veces, un integrante de la pareja asume que las caricias que a él/ella le gustan le agradarán al otro, y no es así, por eso la comunicación es indispensable.

Por ejemplo, si a ti no te place que te toquen los muslos o bien, sientes que tu pareja es muy brusca y en lugar de excitarte te desagrada, exprésalo, hazle saber tus motivos y lo que sí te hace sentir bien. De lo contrario, tu ser amado seguirá haciéndolo y la incomodidad persistirá en ti, al grado de no permitir que disfrutes tus encuentros íntimos.

Fuentes: ginecólogo y sexólogo Margarito Castro Rodríguez, castrogine@yahoo.es; antropóloga social y sexóloga Alicia Arellano; el libro Creatividad sexual, de Carol G. Wells

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